Para salir adelante tras lo que antes se conocía como suspensión de pagos, las empresas deben solicitar el concurso con antelación, disponer de suficientes recursos propios, mantener la producción y diseñar un plan de viabilidad.
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El impacto de la crisis sobre las ventas y la falta de financiación provocó que Porvasal, pyme dedicada a la venta de cerámica, tuviera dificultades para pagar sus deudas. Afortunadamente, la empresa detectó estos problemas con suficiente antelación y decidió acudir al concurso de acreedores. De esta forma, consiguió llegar a un acuerdo para posponer sus obligaciones y pudo diseñar un nuevo plan de negocio enfocado a la apertura de nuevos mercados en el extranjero. Cuatro años después salía del concurso habiendo aumentado su facturación un 28%.